jueves, 13 de octubre de 2011

Inicios de Constantinopla

Cuando Honorio y Arcadio, ambos emperadores, se repartieron Roma occidental y oriental respectivamente, esta ciudad era ya un cúmulo de decadencia, un espectro, una luz apagada. De su gloria pasada sólo quedaban recuerdos. En cambio, Constantinopla era la nueva urbe centro del mundo y de la civilización occidental, puerta de oriente y occidente, ciudad por donde casi cualquier comerciante debía pasar obligatoriamente, lo que la enriqueció progresivamente. El hecho es que a Constantinopla se mudó no solo la administración y el ámbito cultural del imperio, sino que tras la caída de la Roma occidental,  la parte oriental o Bizancio permaneció como aquella heredera del recuerdo de la grandeza que Roma alguna vez representó en, prácticamente, tres continentes. Los primeros 500 años para Bizancio estuvieron plagados de éxitos y fracasos, aciertos y problemas, virtudes y errores, como cualquier aparato estatal atraviesa. Sin embargo, Constantinopla seguía siendo una de las principales urbes, sino la primera, del mundo desde el punto de vista político, geográfico, arquitectónico y cultural.

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